viernes, 1 de noviembre de 2013

Ángeles somos recorrió las calles de Itá Ibaté

TRADICIONES Y COSTUMBRES NUESTRA


Alumnos de la escuela 189 y 415 resurgieron la antigua tradición cristiana de celebrar la fiesta de todos los santos.

Conmemorando esa hermosa costumbre nuestra y con la intención de mantener vivos los valores cristianos, los niños, vestidos de santos y ángeles de la escuela 189 a cargo de su directora Gloria Gómez y de la 415 de la docente Luana Sosa, en compañía de la concejal Noelia Almada Palacios y de Alejandro Romero recorriendo varias instituciones púbica.

Primeramente saludaron al intendente en el hall del palacio municipal, quien lo agasajo con golosinas y gaseosa, luego visitaron el hospital, el correo, juzgado de paz, la iglesia, el banco, la farmacia  y la feria franca municipal, en cada lugar que visitaban recibian golosinas y los niños entregaban tarjetas con oraciones.

Historia Ánge­les so­mos 

La vís­pe­ra de 1 y 2 de no­viem­bre, fa­mi­lia­res y ami­gos de los fa­lle­ci­dos re­co­rren ca­sa por ca­sa a brin­dar cán­ti­cos y re­fra­nes y la ma­yo­ría de las ve­ces son ob­se­quia­dos con co­mi­das y dul­ces.

Es una con­me­mo­ra­ción fes­ti­va co­no­ci­da co­mo Ánge­les so­mos y Ánge­les to­mos, cu­yo ori­gen se re­mon­ta a las épo­cas de la his­pa­ni­dad y no exis­ten fe­chas pre­ci­sas que se co­noz­can pues se tra­ta de una ex­pre­sión po­pu­lar de tra­di­ción oral y vi­ven­cia­li­dad.

La fes­ti­vi­dad se di­vi­de en dos dí­as y es­tá des­ti­na­da a re­cor­dar y con­me­mo­rar a be­bés y ni­ños que fa­lle­cie­ron, y pa­ra eso sa­len los ni­ños a pe­dir go­lo­si­nas o ju­gue­tes in­vo­can­do: “Ánge­les so­mos que lo jun­tan y lue­go lo re­par­ten en­tre sí”.

Al día si­guien­te, 2 de no­viem­bre, sa­len al atar­de­cer los adul­tos, in­vo­can­do: “Ánge­les to­mos o án­ge­les lo­ros”. Es­to se re­a­li­za por­que en al­gu­nos ca­sos se fin­ge la voz y se le da a los re­ci­ta­dos o se­re­na­tas un efec­to pi­ca­res­co, co­mo una ma­ne­ra de re­la­jar las ten­sio­nes que pro­vo­có el re­cuer­do del ser que­ri­do que mu­rió.















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